miércoles, septiembre 30, 2009

Epístola para una gaviota que cruzó el cielo vacío...

No me preocupo por ti, Amor, no me importas
y rara vez te pienso,
sé que no me amas y he aprendido a olvidarte lentamente,
día a día: las horas son lentas y los años breves.
En las noches, mientras me juego la vida en una palabra,
sé que estoy solo,
y que nuestro encuentro -desde antes era necesario-
no podía ser de otra manera:
que tú y yo nos encontráramos
solamente para desencontrarnos
y yo supiera lo que era no tenerte.
Ya te lo dije, nuestro amor fue una mariposa muerta
en un cielo de palabras.
Pero, ni la mejor mentira, Amor, es la verdad, y no te olvido.
Y si estoy solo no es porque esté sin ti;
y estoy triste, es cierto, pero siempre estoy triste.
Y si es cierto que me dueles,
me dueles como a veces me duele el viento,
y tu recuerdo es algo así como una náusea
o una tristeza nublada.
Me importas lo suficientemente poco para seguirte amando
y para que el olvido sea innecesario.
No voy a buscarte.
Y si te quiero, es que la sangre me llama a quererte.
Y como a veces, Amor, se nos entrega
una palabra o un sueño que nos estaban destinados,
si es verdad que hay encuentros que son inevitables:

Así sea.

Óscar Paúl Castro

sábado, septiembre 12, 2009

Sueños tontos...

Anoche estaba muy enojada... me senté en una mecedora, en mi casa, en el patio de atrás, eran poco más de las 11pm, voltée hacia el cielo, vi la Luna rodeada de muchísimas estrellas... una brillaba más que las otras, disfruto ver ese hermoso paisaje... minutos antes había visto un reportaje que hablaba del regreso del "Discovery" a Tierra, desée con toda el alma tener un aparato como ese y subirme a él, sola, oprimir un botón y despegar, alejarme millones de kilómetros de este planeta, autoexiliarme... pero eso sólo es un producto de mi imaginación, un sueño tonto e imposible, como tantos otros.