viernes, abril 11, 2008

No quiero ver...

ni oír... ni sentir... ni saber... ni nada.

Quién no ha pasado por uno de esos momentos en la vida en los que no se tienen ganas de ver ni oír ni sentir, ni nada? Para qué? para evitar el dolor, tal vez, o para estar más cómodo sin enterarse de nada que pueda significar responsabilidad, o para no sufrir, o porque bien dicen que "entre menos sepas, mejor"... quizá estos puedan confundirse con los síntomas de la depresión, aunque, bueno, los episodios depresivos son casi inherentes a la naturaleza humana, ¿quién está feliz las 24 horas del día los 365 días del año?, pero existen los mecanismos de defensa, que son sabios, surgen automática e inconscientemente para salvarnos del dolor o de la angustia, no voy a adentrarme en el tema porque no quiero aburrir, pero de que son indispensables para el ser humano lo son, eso ni qué negarlo.


Cuando no quieras ni ver, ni oír, ni sentir, ni saber, ni nada, no te sientas fuera de este mundo, como un bicho raro, es algo realmente formativo, tenemos el derecho de sentirnos como queramos, sin avergonzarnos por nuestros sentiemientos y la necesidad de la comprensión, cariño y apoyo de los demás.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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